No he escrito en español por un largo tiempo. No costaba mucho hacerlo cuando estaba en el liceo secundario y ahora, después de muchos años me he dado cuento que mi español es pésimo. Es por eso que escribo esta narración, para recordarme del idioma y entrenar mi mente para recolectar mundos enteros que largan lentamente, de mi mente.
Hace algunos días, abrí mi cuenta de Facebook para descubrir un poema que escribí en 2015. Cuando lo leo ahora, marcas de mi inexperiencia me dan un poco de vergüenza, pero en ese momento, recuerdo haber sentido muy orgullosa de mis esfuerzos, especialmente cuando la Profesora de Español lo subió por Facebook para la vista y apreciación de sus amigos.
“Una ciudad que una vez era de techos rojos
Y aires libres
tintos
en independencia y tonos sanguíneos
ahora es de techos caídos y parades raspadas
Polución
Ignorancia corrompida y violencia
La calidad de vida
ya no es la misma de ayer
Los terrores en los lugares más profundos de la mente salen a la luz
Ya no hay pan
Tampoco hay leche o papel toilet
¿Y qué dice el Gobierno?
“Capuskicapubul”
Nada tiene sentido
Hacer colas por condimentos
El dinero desaparece en cien y ceros
Devalua
Dilapida”
El sentimiento de la inexperiencia es uno que aún no me he acostumbrado a sentir. Es incomodo. Pero toma mucho esfuerzo para que uno pueda ser bueno o increíble en algo. Y en ocasiones pasados, no creo que he demostrado la paciencia y diligencia requerida para llegar al nivel maestro de las practicas a que me aplico. Lo cual es terrible. Y sé que uno dice estas cosas por decirlo, ¿no? Pero no quiero que mi experiencia sea esta. Lo digo ya. No quiero ser una mujer que es simplemente “buena” con algunas cosas. Yo quiero ser excelente, con todas las cosas que mis manos tocan. Como el rey Midas el cual Borges escribió sobre en uno de sus ensayos míticos.
Tambien me he dado cuenta que no es suficiente decir que uno desea lograr cosas, es igual de importante poner el esfuerzo necesario también. Y es en ese espacio que muchos se pierden. Esfuerzo. Es una palabra estresante. La “S” y el “F” abrazándose como amigos de la infancia que no se han visto en décadas y a quienes el olor del otro se les han olvidado. Es en este mismo modo que esta palabra ha tomado significancia en mi vida.
Estoy leyendo “La Casa de Los Espíritus” de Isabel Allende. Es la segunda vez que leo este libro, y aun viene a mi como la primera. Es llena de cosas mágicas, raras y espectaculares. A veces me sorprendo con mi risa, porque el sentido de humor de Allende es maravilloso. Los ojos con los que ella mira la vida y agarra material para sus libros, la magia de construir un mundo que no debería tener sentido en la vida real, y aun lo tiene, es impresionante. Cabo acotar que tal ves es porque el mundo Afrolatina es llena de las cosas que ella describe, entonces no son muy lejos de la realidad. Cosas peculiares: la Yemoja y los brujos que vuelen como pájaros en la noche, y chicas que deciden quedarse mudos por nueve años, por ninguna razón perceptible, y guerras, y dictadores, y padres que tratan a sus hijos como muñecos, sin sentimiento. Amo el libro. Cuando era más joven, Clara era mi personaje favorito, por su desconexión con la vida natural. Era como si nada pudo suplantarla de su realidad (no el del mundo) y admire su fuerza, su mente maravillosa y su sentido de humor.
Leo el libro por la primera vez en inglés, y he descubierto que pierde alguna de su magia, como creo que debe ser con toda obra traducida. No hay nada como leer un libro en el lenguaje que escogió el autor para escribirlo. ¿El lenguaje es un vehículo, y que mejor pasaje que el vehículo adecuado? En el acto de viajar a otra ciudad, es mejor usar bicicleta puede ser un opción, pero utilizar carro siempre seria mejor. En este sentido, uno puede decir que la lengua nativa es el carro, y el extranjero, la bicicleta. Toma mas tiempo y estrés llegar al destino. A pesar de esto, voy a terminar el libro, y lo leeré de nuevo (tal vez el año que viene) en español.
Cada vez que voy a la librería, me antojan los libros escritos por los latinoamericanos. Creo que es el “sweet spot” como dicen los ingleses, entre el mundo que estoy acostumbrado a y el mundo occidental que es muy ajeno y a veces frio. En la familiaridad florece el sentimiento, pero mucha familiaridad tiende a fermentar sentimientos de aburrimiento. No se si me entiendes. Bueno, disfrute escribir esta pieza. Me gustaría escribir mas en este lenguaje que se atreve correr lejos de mi como una novia desilusionada.